Los orígenes del Fútbol
El Fútbol fue inventado y reglamentado principalmente por los ingleses, en base a prácticas antiguas de guerreros bárbaros que solían entretenerse y descargar furias residuales pateando las cabezas de sus enemigos vencidos en batallas militares. Ya con una pelota con aire, los primeros encuentros se habrían realizado en la ciudad de Derby entre británicos y romanos.
Con tan heroica prosapia y dicho esto en estas líneas generales, el deporte se fue organizando progresivamente en un vistoso juego de equipos, cuyos conjuntos ágiles y armoniosos cooperaban solidariamente para introducir la ball en el arco contrario. Quien mas tantos anotaba ganaba los puntos, el honor o el premio estipulado. Desde un comienzo se fueron delineando nítidamente dos escuelas que hasta hoy subsisten claramente: 1, la del fútbol bien jugado como deporte y diversión pública; y 2, la del fútbol de fuerza, lucha y dura competencia, proclive a las acciones violentas y a las apuestas, cuyo objetivo principal era el de obtener el resultado, que los hiciera merecedores del premio!
La primera escuela ha procreado y sigue generando jugadores habilidosos y de buena técnica (por lo menos, la mínima necesaria para entrar a un campo de juego) y en caso de escasear las condiciones naturales aparece el ingenio! y la picardía! para aprovechar al máximo las aptitudes físicas y anímicas del deportista (estatura, agilidad, velocidad, espíritu de lucha, etc.). Con estas características básicas, simples pero ineludibles, sumados a una real vocación por el fútbol, se puede intentar participar en mejores espectáculos con buen juego, competencias productivas y pausas recreativas lógicas y necesarias para los atletas y los espectadores que pueden caer en la fatiga o saturación.
Esta escuela de buen fútbol promueve el desarrollo armónico y total de todas las aptitudes de los jugadores juveniles (manejo de ambas piernas, pases, esquives, cabeceado, tiros al arco, resistencia, etc.). Esto unido a una adecuada preparación física potenciará las habilidades naturales o adquiridas de los aspirantes.
La segunda escuela, lamentablemente, a pesar de la buena voluntad de sus practicantes sólo conduce a la "velocidad" y fuerza física permanente, que produce choques, roces y lesiones que resultan perjudiciales para los jugadores y para el nerviosismo partidario de los espectadores (constituidos en masa pasional e impulsiva)
Esta escuela de fuerza, lucha, choques y “actitudes”, con choques y cojudencias, es la que desafortunadamente, se viene imponiendo desde largo tiempo atrás desde que la “europeización” y “modernización” (post. Mundial Suecia y otros) impusieron sus reglas defensivas y juego especulativo (pro-resultados). Es cierto que era necesaria una actualización de sistemas, tácticas, entrenamiento físico y algunos elementos.
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